POR: NATALY RESTREPO
En tiempos de coyuntura es importante tomar decisiones responsables dado el creciente número de contagios por COVID-19 que garanticen la seguridad de los estudiantes, dado el retorno anunciado a las aulas de clases en todo el territorio nacional.
Las condiciones actuales de muchas instituciones educativas, evidencia lo lejos que se encuentran de cumplir con todo aquello que implica el cuidado de los niños, esto debido a las inversiones para dar cumplimiento a los protocolos de bioseguridad exigidos y, ejecutar las medidas de distanciamiento.
Con la llegada de la Covid-19 a Colombia, e incluso antes de la declaratoria del confinamiento obligatorio, muchos niños, niñas y adolescentes ya veían desde sus hogares cómo el paso de los días transcurría de manera inusual, al no poder realizar sus actividades habituales.
Hoy, después de tres meses de confinamiento obligatorio, los estudiosos del desarrollo neuropsicológico los han considerado como los verdaderos héroes de esta historia, héroes que no han tenido un reconocimiento público, o bien, un ensordecedor aplauso coordinado por la ciudadanía en general.
Al realizar un análisis sobre los efectos del confinamiento en los niños, los especialistas en neurociencia arribaron al concepto de “ventanas de oportunidad”, definidas como los periodos en el desarrollo de los niños en los que adquieren destrezas y en donde el cerebro necesita de ciertas estimulaciones a fin de mantener un desarrollo a largo plazo.
Finalmente, concluyen que, si el aprendizaje no tiene lugar en estas “ventanas de oportunidad,” no significa que no se pueda aprender con igual calidad después de este momento, pero los circuitos neuronales serán distintos, tomando mucho más tiempo adquirir las destrezas pretendidas. (Patricia K. Kuhl, Universidad de Seattle)
Es decir, existe un déficit comprobado en la adquisición del aprendizaje a raíz de la falta de dedicación al estudio, el cual se refleja en la evolución intelectual de los niños.
Actualmente se encuentra ordenada la apertura de instituciones oficiales y privadas del país y regresar a clases a través del modelo de alternancia, es decir, continuar con la modalidad virtual, además de permitirle a los estudiantes su asistencia por días a los colegios, previo cumplimento de las medidas de bioseguridad.
Sin embargo, este tema además ser sensible por hallarse comprometidos derechos conexos como la salud y la vida, ha causado una fuerte oposición motivada en la mayoría de los casos por las condiciones de muchas de las instituciones públicas del país.
Y es que no puede pasarse por alto que, en la actualidad un significativo número de niños, niñas y adolescentes vinculados al servicio educativo, lo reciben de instituciones oficiales las cuales, en un alto porcentaje, no cuentan con las instalaciones necesarias para disfrutar de una educación óptima, ni de los servicios públicos básicos esenciales.
Estas razones permiten concluir que no sea fácil garantizar espacios condiciones aptos para el regreso seguro a clases, además del hecho notorio del aumento de casos positivos en ciudades como la nuestra, lo cual evidencia una situación que aún está muy lejos de ser controlada.
Las cifras, la desinformación impresa por los más amarillistas, la irresponsabilidad de quienes circulan sin las medidas de protección y la consideración inculcada de ver a nuestros niños como principales vectores de contagio, finalmente han generado que las ideas del Gobierno choquen con los deseos de los padres de familia dadas las escasas garantías de un retorno seguro.
Es claro que la situación actual del país debe ser suficiente para motivar a una reflexión inteligente sobre cuáles serían las mejores decisiones que deben tomarse en pro de las garantías de los niños, sin afectarse sus derechos fundamentales, y sin dejar de lado los índices de deserción escolar que alcanzan los 300.000 según datos suministrados por el MEN, lo que invita a realizar consideraciones acertadas.
Por ello, es importante hacer un llamado a la conciencia, a la responsabilidad y mesura, a la colaboración armónica de todos aquellos que nos llamamos capaces de controlar esta situación, para que nuestros actos evidencien en realidad resultados mucho más alentadores y, que demuestren que la situación mañana podría ser aún mucho más promisoria que hoy, por ellos, por nuestros hijos.