TRABAJO REMOTO: ¿MODALIDAD PASAJERA?

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POR GUILLERMO ESCOLAR FLÓREZ

El trabajo remoto ha sido un recurso necesario y muy eficaz para evitar el contagio del coronavirus, eso es incuestionable. Sin embargo, considero poco probable que, una vez sea superada la pandemia, se mantenga como modalidad de trabajo, al menos en los niveles inéditos evidenciados en los últimos meses en el país. En efecto, el trabajo remoto, entendido como concepto general que agrupa al teletrabajo y al trabajo en casa, no era asumido por más de 150.000 personas antes del COVID-19. En la actualidad, más de la mitad de las empresas de Colombia tienen por lo menos al 80% de sus empleados teletrabajando, se trata de millones de personas.

Muchos empleados han manifestado su apoyo y aceptación al trabajo remoto, abrazando con entusiasmo la flexibilidad que consigo trae. Lo anterior, toda vez que se abren espacios para compartir con la familia y disfrutar del hogar, lo cual, en teoría, aumenta la satisfacción laboral. Igualmente, numerosas voces convergen en afirmar que con el teletrabajo se incrementa la productividad y se reducen costos innecesarios, como los asociados a los espacios físicos de oficinas. En ese sentido, es oportuno plantearse sí, como sostienen algunos, el trabajo remoto llegó para quedarse; o sí, por el contrario, se trata de una medida pasajera que ha servido de solución a una crisis coyuntural.

La implementación forzada del trabajo remoto ha permitido la supervivencia de muchas empresas. Además, ha sido un instrumento de formidables resultados en la lucha contra la propagación del virus, como quiera que ha contribuido a la eficacia del aislamiento preventivo obligatorio decretado por el Gobierno Nacional. Pero, esta forma laboral viene acompañada de muchos retos y dificultades, que merece la pena abordar a la hora de analizar su vocación de permanencia. Algunos de ellos son los siguientes.

La conectividad permanente. Medios tecnológicos como el correo electrónico, los teléfonos inteligentes, la mensajería instantánea e incluso las redes sociales garantizan una conectividad permanente en la órbita laboral, lo cual tiene tanto de positivo, como de negativo. En relación con los aspectos negativos, es un hecho notorio que los trabajadores reciben requerimientos en todo momento por parte de sus compañeros, superiores o clientes. Cada vez se hace más difícil la desconexión laboral. Un comentario recurrente por estos días es que todos estamos trabajando más que nunca. Las jornadas de trabajo se han extendido a tal punto, que ya no sabemos cuándo inician y cuándo finalizan.

Ha generado tal nivel de sensibilidad la noción de desconexión laboral, que cursa actualmente en el Congreso un proyecto de ley para regular este derecho, seguramente impulsado por la situación que vivimos.

El equilibrio entre trabajo y hogar. Desde el punto de vista estrictamente logístico, la creación de un puesto de trabajo en el hogar es complejo. Silla, escritorio, equipo de computo, buena conexión a internet y hasta el aire acondicionado son un gran reto. No es fácil reemplazar la comodidad y seguridad de la oficina.

Por otra parte, el trabajo en casa representa dificultades más allá de las actividades netamente laborales, pues además de éstas, ahora es necesario asumir tareas de aseo, cocina y cuidado de menores. En particular, es generalizada la angustia al momento de apoyar a estos últimos en la educación virtual, otro de los grandes retos en época de pandemia.

¿Y qué decir de las interrupciones en el hogar? ¡Están al orden del día! Ya se trate de vendedores ambulantes, músicos o conmovedores llamados a la solidaridad, concentrarse es francamente difícil. Por si fuera poco, en los hogares se piensa que nuestra presencia significa una disponibilidad permanente para atender cualquier requerimiento familiar. ¿O no es así? La verdad es que encontrar el espacio y tiempo para meternos de lleno en los compromisos laborales es complicado desde casa.

La fatiga al Zoom. Desde que se ordenó el confinamiento, es usual que las personas finalicen su jornada laboral extenuados. Hoy, a eso se le conoce como la fatiga al Zoom. Varias son las razones que provocan ese cansancio. Las video llamadas demandan un mayor nivel de concentración para absorber información, pero, paradójicamente, son más propicias para perder la atención. Pregúntense esto: ¿Cuántos de ustedes han revisado el email, enviado mensajes de WhatsApp o mirado noticias durante una video llamada? Probablemente todos hayamos incurrido por lo menos en una de estas prácticas.

La cantidad de reuniones virtuales es muy alta. Son tantas, que se nos pasa el tiempo en video llamadas y solo al final del día es que podemos iniciar la ejecución de nuestras tareas, lo cual extiende al máximo la jornada. Igualmente, la eficiencia esperada con las video llamadas es extrema. Los instantes de rompimiento de hielo son cosa del pasado. Ya no hay tinto antes de iniciar la reunión. Esa dinámica social es determinante para el éxito en las relaciones comerciales.

El aislamiento laboral. Al trabajar de manera remota se pierde contacto con los clientes, compañeros y superiores. No me refiero al contacto en las reuniones de asignación y seguimiento de tareas, sino al contacto social con cada una de esas personas. Este contacto, junto con el buen rendimiento laboral, es el que nos permite crear vínculos de confianza, trabajar bien en equipo y generar identidad de empresa.

Todos estos retos y dificultades son superables, por ejemplo, a través de la reglamentación, el buen uso de la tecnología y de políticas como la alternancia entre trabajo en oficina y remoto. No pretendo desvirtuar la utilidad y conveniencia del teletrabajo, pues considero que tiene elementos muy positivos. Sin embargo, estoy convencido de que una vez se encuentre un tratamiento efectivo contra el coronavirus, o contemos con la vacuna, la personas van a salir corriendo a sus puestos de trabajo, pues nuestra naturaleza nos exige el contacto social. Los altos números de teletrabajadores que hoy observamos obedecen a un tema coyuntural; en mi opinión, se trata de una solución pasajera.

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