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POR GUILLERMO ESCOLAR FLÓREZ

En septiembre del año 2006 Facebook se abre a todos los usuarios de internet, dejando de ser una exitosa red de estudiantes universitarios para iniciar su recorrido como la principal red social en el mundo. En ese sentido, Facebook puede ser considerada como una de las pioneras en la revolución tecnológica que iniciaría el año siguiente. En efecto, el 2007 fue fundamental para la transformación digital de este planeta. En ese año surgieron diferentes modelos de negocio que modificaron radicalmente la manera de prestar muchos servicios, y también aparecieron nuevos productos que sencillamente cambiaron la forma en que nos comunicamos.

Thomas L. Friedman lo explica muy bien en su libro Gracias Por Llegar Tarde, en el cual se pregunta ¿Qué diablos ocurrió en 2007? Pues bien, ese año Steve Jobs presentó el iphone; fue desarrollado Twitter; Google lanzó Android; se empezó a trabajar en el bitcoin; Amazon creó Kindle; y, surgió la idea de Airbnb, solo por mencionar algunos ejemplos.

Desde entonces, los avances tecnológicos impactaron todos los sectores de la economía, incluido el derecho. En este sector surgieron los innovadores proveedores de servicios legales alternativos, ofreciendo soluciones de automatización documental, consultas y resolución de conflictos en línea, predicción de resultados en trámites legales y judiciales, chatbots, entre otros. 

Transcurrieron tres lustros y hoy Facebook se ha convertido en una de las gigantes de la tecnología. Actualmente esta empresa agrupa otros negocios, como Instagram, WhatsApp y Oculus. Su influencia en el mundo cibernético es de tal dimensión que varios países piensan que es necesario limitar y regular sus alcances. Sin embargo, Facebook no deja de sorprender. En pleno 2021, al igual que ocurrió en el 2006, hace un lanzamiento que la ubica a la vanguardia de su sector y la muestra como pionera de lo que parece ser una nueva revolución tecnológica.

El pasado 28 de octubre, Mark Zuckerberg realizó el lanzamiento de Meta, nombre con el cual se identificará su grupo de empresas. La nueva razón socialhace alusión al metaverso, concepto que él explica como un universo virtual en el que las personas podrán trabajar, hacer deporte, ir de compras e incluso asistir a diferentes tipos de eventos. En el metaverso podremos interactuar a través de la interpretación digital de nuestra imagen física, o avatar.

En el universo digital que representa el metaverso se podrá ejecutar prácticamente cualquier actividad. Tomemos el caso de la justicia. Imaginen ustedes una sala de audiencia ambientada en el metaverso, en la cual puedan interactuar las diferentes partes vinculadas a un proceso a través de avatares. A estas salas se conectarán las partes simulando el espacio físico de un juzgado, y seguramente comportándose como si estuvieran en este, cuando en efecto se trata de una realidad virtual y aumentada.

Muchos dirán que estamos muy lejos de lograr esto, y es cierto. Pero recuerden que hace un par de años nunca pensamos en estar ejerciendo nuestra profesión de manera virtual. Por cuenta de la pandemia, y casi a los trancazos, hoy el litigio digital es una realidad. En mi caso, me siento absolutamente a gusto con la justicia virtual y espero que no sea necesario retornar al litigio presencial, salvo para aquellos trámites en los que sea indispensable.

Seguramente existen muchos litigantes que anhelan desde lo más profundo de su ser volver a una sala de audiencia física. No los juzgo, pues es evidente que el uso obligado de la tecnología ha dificultado en alto grado la práctica legal de muchos abogados. Pero, pienso que son muchos más los profesionales que están abiertos al cambio y que han buscado adaptarse a las nuevas maneras de ejercer la profesión. Muestra de ello es que en muchas firmas se han acondicionado espacios para la celebración de audiencias virtuales. Sería una maravilla, en mi opinión, que esos espacios que hoy facilitan la realización de audiencias en línea puedan en algún punto contribuir a que se ambiente de la manera más real posible la celebración de una audiencia en el metaverso. Esperaré con mucho entusiasmo el arribo de la metajusticia.

Entre tanto, si lo más probable es que en los próximos tres lustros el metaverso esté plenamente en operación, ¿no será más conveniente dejar de invertir en más palacios de justicia y destinar mayor presupuesto a la implementación de la tecnología en la administración de justicia?

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